Hace algunos años visitaba regularmente el Sirloin para darme un buen atascón de comida y postres, las visitas dejaron de ser regulares para convertirse en esporádicas, dejé de tener el mismo apetito y la comida de ese lugar no me llamaba tanto la atención. La semana pasada fui a comer y salí botando del lugar, de verdad sentía que en cualquier bache iba a vomitar o reventar por algún orificio natural o que crearía alguno para liberar presión. Llegué a casa y me tomó un rato alivianarme.
Hoy por una extraña coincidencia fui al mismo lugar con varios amigos, comimos y la estábamos pasando bien, en la mesa de atrás un niño de unos 9 años estaba comiendo de lo linda hasta que se empezó a sentir mal, no podía estar sentado, intentó levantarse y no lo logró, sólo pudo arquearse un poco, girar un poco sobre su silla y ¡Pum! vomitó todo el pasillo, nada más alcancé a verlo con vómito desde la nariz, la verdad no pude dejar de reír, aunque al final me sentí un poco mal por él, porque, ¡Todavía le faltaba el postre!
Ni pedo, lejos de parecerme una escena desgradable me pareció graciosa -porque no me pasó a mí- y seguí comiendo con bríos renovados.
Mi recomendación es el hot fudge chocolate con helado de vainilla, eso sí, sabe mejor después de una hamburguesa o algún corte y haber asaltado las barras de comida.
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