Es la primera reunión a la que asistes, llegas temprano, escoges un buen lugar, llevas agua para mitigar el calor que impera en el ambiente. La gente nota que estás ahí, palabras chidas de bienvenida, de repente pareciera que encajas bien con el grupo.
Minutos después le vas agarrando el pedo a las cosas, intentas tomar agua y ¡sopas perico! Se te resbala el vaso y mojas la silla, el piso, tu tenis derecho y de pilón el pantalón, con énfasis en la entrepierna y la porción interna del muslo. No todos se dan cuenta, al menos no los que están 4 metros delante de tí, pero el resto de la banda se porta chido, nadie ser ríe, todo tranquilo...
Hasta que alguien llega tarde, nota un charco y le dicen: Es que le ganó, mientras te señalan con la mirada. Unas cuantas risas, sonrisas y ves que no hay pedo, sólo tienes que limpiar el desmadre para que nadie se resbale.
Sales de forma discreta a buscar algo para secar el piso, encuentras una jerga y además al director, no queda otra que reír al respecto mientras le cuentas que fue un accidente con un vaso de agua, justo en ese instante recuerdas que traes un pantalón de repuesto en la cajuela del coche. Regresas al salón en menos de 6 minutos, limpias el charco de forma discreta y aquí no pasó nada.
Los personajes y la situación anterior son ficticios, cualquier semejanza con la realidad es mera coincidencia,
aquí hay algo que fue real y terminó
así.